Trastornos emocionales y conductuales tras el ictus - AGIAC

Trastornos emocionales y conductuales tras el ictus

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Trastornos emocionales y conductuales tras el ictus

Inmersos en la preparación del Dia del Anticoagulado/a, que esté año girará en torno a la Anticoagulación y el Ictus, queremos compartir este artículo que ha publicado la Red Mini de Daño Cerebral en su web y que nos ha parecido muy interesante.
Desde AGIAC somos testigos, día a día,  de que esta parte de la enfermedad está muy presente, algo que generalmente se obvia puesto que los síntomas físicos son, a priori, los mas evidentes y llamativos. Es por ello por lo que desde hace mas de un año,  hemos incluido el sevicio de atención psicológica a las personas asociadas y a sus familiares.
De igual modo, en los cursos de formación sobre autocontrol que realizamos, dedicamos un espacio para que la psicóloga informe y forme a las personas asistentes sobre aquellos aspectos emocionales y conductuales que tienen lugar tras el ictus y que, por lo general ,desconocemos o no los relacionamos directamente con la enfermedad.
El texto que a continuación os presentamos, escrito por Jose Ignacio Quemada, psiquiatra y responsable de la Red Menni de Daño Cerebral y Naiara Mimentza, neuropsicóloga de la Unidad de Daño Cerebral del Hospital de Aita Menni,  se centra en la descripción de los trastornos emocionales y conducturales post-ictus:

Alteraciones más frecuentes:
Las alteraciones psicopatológicas y conductuales que muestran coincidencias sintomatológicas con la depresión son diversas. Se mencionan a continuación las más habituales:

  • Emocionalismo o risa y llanto patológico: presencia de reacciones de llanto, con menos frecuencia risa, de intensidad desmedida, al margen del control voluntario y provocado por estímulos menores. El síndrome responde habitualmente bien a inhibidores selectivos de la recaptación de la serotonina (ISRS) y lo hace en un plazo mucho más breve que en el caso de los pacientes depresivos.
  • Fatiga post-ictus: la fatiga primaria post-ictus puede aparecer en ausencia de otros síntomas depresivos. Se caracteriza por un cansancio intenso ante mínimos esfuerzos mentales o físicos. Se solapa con los déficits de tipo atencional y se acompaña de la sensación subjetiva de agotamiento y de dificultad para iniciar tareas que impliquen esfuerzo.
  • Reacción catastrófica: reacciones súbitas de llanto, enfado y temor ante la vivencia de fracaso al afrontar una tarea. Su presentación en forma de episodio agudo lo diferencia de la depresión, si bien la presencia de síntomas depresivos favorece las reacciones catastróficas.
  • Apatía: a la ausencia de iniciativa y actividad, las definiciones siempre añaden ausencia de emociones y de cogniciones espontáneas. De hecho, la indiferencia emocional se postula como uno de los elementos responsables del cambio en el comportamiento habitual.
  • Anosognosia: falta de conciencia sobre la discapacidad y sus consecuencias. Puede tomar diversas formas de manera que, en
    ocasiones, lo más llamativo no es la negación de la hemiplejia, sino la indiferencia emocional que acompaña a la constatación de la discapacidad. 
  • Cambios en la conducta social: los profesionales de la psiquiatría y la psicología que se dedican a la atención de personas con daño cerebral secundarios a un ictus, están familiarizados con la descripción del familiar que dice “ya no es el mismo”

“Ya no es la misma persona”.

Cambios en la conducta social

  • El cambio conductual más frecuente es la irritabilidad. Para algunos autores es un estado emocional caracterizado por un reducido control del temperamento, un estado de ánimo que predispone a ciertas emociones (el enfado), ciertas cogniciones (valoración hostil de una situación) y ciertas conductas (agresividad). La experiencia clínica sugiere que la irritabilidad puede tener orígenes diversos: bajo estado de ánimo, fatiga, intolerancia a la frustración, reducción en la capacidad para la resolución de los problemas (trastorno ejecutivo).
  • Una expresión especialmente grave de la irritabilidad es la agresividad física, hacia objetos o hacia personas.
  • La rigidez es otro  de los cambios de conducta más comunes. Hace referencia a la incapacidad para modificar planes preconcebidos, aunque las circunstancias varíen o la propia imposibilidad de diseñar varias alternativas para alcanzar una misma meta, de prever posibles cambios en las circunstancias y diseñar un ‘plan B’.
  • El egocentrismo también es habitual. 
  • Reducción de iniciativa e indiferencia emocional van habitualmente de la mano de lo que denominamos “apatía”. El  aplanamiento emocional evita el sufrimiento al paciente pero exaspera a las personas más cercanas. 
  • Algunos cambios conductuales parecen muy claramente determinados por cambios cognitivos fácilmente medibles, es el caso del enlentecimiento y de las reacciones catastróficas.
  • Una consecuencia muy común es el aislamiento social: quienes lo padecen no son capaces de participar de las conversaciones entre varias personas, ya que se quedan atrás en la comprensión y en la generación de respuestas. Los déficits en memoria de trabajo, memoria inmediata, planificación y resolución de problemas pueden estar en el origen de la pérdida de capacidades cotidianas previas. Cuando el paciente experimenta reiteradamente estos inesperados fracasos se pueden desencadenar reacciones emocionales agudas, de ansiedad y llanto, que es lo que conocemos como reacciones catastróficas.

Si queréis acceder al artículo completo e indagar más acerca de este estudio, os dejamos el link: 
Fuente: https://xn--daocerebral-2db.es/publicacion/trastornos-emocionales-y-conductuales-tras-el-ictus/

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